El camino de Santiago
-peregrinos de verdad-
es uno de esos caminos
que sólo se hace al andar;
que exige bordón en mano,
y el corazón más allá
del horizonte rosado
que cabalga sobre el mar;
y la mirada más alta
que el horizonte más alto,
porque es camino de estrellas
el que lleva hasta Santiago.
Santiago de Compostela,
alta torre de vigía
y alto faro de la fe
que alumbra hasta la otra orilla
del ancho mar Atlántico;
hasta la Pampa argentina
y hasta Chile y hasta Cuba,
y hasta unas islas perdidas
entre sargazos y brumas.
Santiagos hay por doquier,
santiagos con su esclavina,
con sus vieiras y bordones
y su calabaza chica;
con sus ojazos abiertos
oteando ambas orillas.
Santiago de Compostela,
sigues siendo peregrino,
siguen dejando tus pies,
por estos viejos caminos,
huellas de una vieja fe
que marcço rumbos a Europa,
rumbos hoy casi perdidos.
¡Que recobre aquella hora,
cuando venía a Santiago
para que tú, su Patrón,
-Patrón y guía avezado-
marcaras rumbo y derrotas
a sus almas y a sus barcos!
¡Alto faro de la fe,
Santiago de Compostela,
y alta torre de vigía
sobre tu campo de estrellas,
sigue alumbrando el camino,
sigue marcando la estela
al que hacia Dios peregrina,
y a cuantos creen y esperan!
Si así se puede llamar a estos humildes versos, sonetos y poemas que, espero, os ayuden a rezar y a contemplar la belleza de Dios
lunes, 25 de julio de 2011
sábado, 23 de julio de 2011
El Reino de los cielos se parece (Mt 13, 44)
El Reino de los cielos es semejante
a un tesoro en el campo escondido,
que un día encuentra un hombre sorprendido
y lo esconde, muy rápido, al instante.
El tesoro es tan rico y abundante,
que regresa a su casa decidido
a vender cuanto tiene más querido,
su alegría es total y desbordante.
Lo mismo el mercader en perlas finas
el día que se encuentra, asombrado,
la más valiosa entre las genuinas.
Sabe bien que es la perla que ha soñado,
vende todo y compra, como adivinas,
pues, sabe vale un Reino dorado.
a un tesoro en el campo escondido,
que un día encuentra un hombre sorprendido
y lo esconde, muy rápido, al instante.
El tesoro es tan rico y abundante,
que regresa a su casa decidido
a vender cuanto tiene más querido,
su alegría es total y desbordante.
Lo mismo el mercader en perlas finas
el día que se encuentra, asombrado,
la más valiosa entre las genuinas.
Sabe bien que es la perla que ha soñado,
vende todo y compra, como adivinas,
pues, sabe vale un Reino dorado.
Etiquetas:
Evangelio,
Poesía religiosa
martes, 12 de julio de 2011
Salió un sembrador a sembrar (Mt. 13)
Dice el Señor por boca del profeta:
"Como la lluvia que empapa la tierra
y vuelve al cielo de frutos repleta,
así mi palabra si en ti se entierra."
Y es también como una humilde semilla
que Yo siembro a voleo y abundante,
quien la acoge en tierra limpia, sencilla,
producirá cosecha exuberante.
Si acoges mi palabra y mi semilla
con cuidado y en su tiempo oportuno,
recogerás gavilla tras gavilla
llegando a producir ciento por uno.
¡Que tu gracia, Señor, venga en mi ayuda,
porque solo no puedo hacer limpieza
en este corazón de tierra ruda,
capáz de producir sólo maleza!
"Como la lluvia que empapa la tierra
y vuelve al cielo de frutos repleta,
así mi palabra si en ti se entierra."
Y es también como una humilde semilla
que Yo siembro a voleo y abundante,
quien la acoge en tierra limpia, sencilla,
producirá cosecha exuberante.
Si acoges mi palabra y mi semilla
con cuidado y en su tiempo oportuno,
recogerás gavilla tras gavilla
llegando a producir ciento por uno.
¡Que tu gracia, Señor, venga en mi ayuda,
porque solo no puedo hacer limpieza
en este corazón de tierra ruda,
capáz de producir sólo maleza!
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